miércoles, 25 de septiembre de 2013

Himno nacional de Chile

Uno de los emblemas patrios más reproducidos en una nación, uno de los iconos más emblemáticos producto de su conocimiento masivo y su representación en miles de colegios, actos oficiales y hasta partidos de fútbol. Es el en estos días tan querido como rechazado himno nacional de Chile, que cuenta,  antes de llegar a ser como lo conocemos hoy en día, con una muy larga historia que parte en el año 1819, llena de aciertos y desaciertos que llevaron luego de muchos devenires, a constituirlo como en la actualidad es entonado.
La historia del himno nacional de Chile comienza en el año 1819, cuando Bernardo O´Higgins le encarga a un poeta argentino Bernardo de Vera y Pintado, quién fuera a demás abogado y político de su país, pidiéndole una letra que resaltara el honor patriótico de la nación que estaba naciendo. Este himno primero que contaba con diez estrofas más un coro fue aprobado el día 20 de Septiembre del mismo año y fue interpretado en sus primeras presentaciones con la música del himno trasandino mientras eran buscados los propios acordes para ser tocado.
Los primeros intentos de una música original para este himno estuvieron a cargo de un músico peruano llamado José Ravanete, melodía que no tuvo buen resultado por lo cual fue encomendado posteriormente a un violinista y director chileno llamado Manuel Robles Gutiérrez. Su estreno fue el día 20 de agosto de 1820, día en el que se celebraron varios acontecimientos importantes de forma simultánea (cumpleaños de Bernardo O´Higgins, inauguración del primer teatro de Santiago y la partida de la expedición liberadora al Perú). Esta vez la música tuvo ngran aceptación.
1° himno nacional de Chile.
I
Ciudadanos, el amor sagrado
de la Patria os convoca a la lid:
libertad es el eco de alarma;
la divisa: triunfar o morir.
El cadalso o la antigua cadena
os presenta el soberbio español:
arrancad el puñal al tirano,
quebrantad ese cuello feroz.
(Coro) Dulce Patria, recibe los votos
con que Chile en tus aras juró
que o la tumba serás de los libres
o el asilo contra la opresión.

IIHabituarnos quisieron tres siglos
del esclavo a la suerte infeliz,
que al sonar de las propias cadenas
más aprende a cantar que a jemir.
Pero el fuerte clamor de la Patria
ese ruido espantoso acalló;
i las voces de la Independencia
penetraron hasta el corazón.

III
En sus ojos hermosos la Patria
nuevas luces empieza a sentir,
iobservando sus altos derechos
se ha incendiado en ardor varonil.
De virtud i justicia rodeada,
a los pueblos del Orbe anunció
que con sangre de Arauco ha firmado
la gran carta de emancipación.

IV
Los tiranos en rabia encendidos
i tocando de cerca su fin,
desplegaron la furia impotente,
que aunque en vano se halaga en destruir.
Ciudadanos, mirad en el campo
el cadáver del vil invasor...;
que perezca ese cruel que en el sepulcro
tan lejano a su cuna buscó.

V
Esos valles también ved, chilenos,
que el Eterno quiso bendecir,
i en que ríe la naturaleza,
aunque ajada del déspota vil.
Al amigo y al deudo más caro
sirven hoi de sepulcro i de honor:
mas la sangre del héroe es fecunda,
i en cada hombre cuenta un vengador.

VI
Del silencio profundo en que habitan
esos Manes ilustres, oíd
que os reclamen venganza, chilenos,
i en venganza a la guerra acudid.
De Lautaro, Colocolo i Rengo
reanimad el nativo valor,
i empeñad el coraje en las fieras
que la España a estinguirnos mandó.

VII
Esos monstruos que cargan consigo
el carácter infame i servil,
¿cómo pueden jamás compararse
con los Héroes del cinco de Abril?
Ellos sirven al mismo tirano
que su leí i su sangre burló;
por la Patria nosotros peleamos
nuestra vida, libertad i honor.

VIII
Por el mar i la tierra amenazan
los secuaces del déspota vil;
pero toda la naturaleza
los espera para combatir:
el Pacífico al Sud i Occidente,
al Oriente los Andes i el Sol,
por el Norte un inmenso desierto,
i el centro libertad i unión.

IX
Ved la insignia con que en Chacabuco
al intruso supisteis rendir,
i el augusto tricolor que en Maipo
en un día de triunfo os dio mil.
Vedle ya señoreando el Océano
i flameando sobre el fiero León:
se estremece a su vista el Ibero
nuestros pechos inflama el valor.

XCiudadanos, la gloria presida
de la Patria el destino feliz,
i podrán las edades futuras
a sus padres así bendecir.
Venturosas mil veces las vidas
con que Chile su dicha afianzó.
Si quedare un tirano, su sangre
de los héroes escriba el blasón.
La segunda música del himno nacional luego de 8 años de duración de la anterior música, fue encomendada por el ministro plenipotenciario de la república de Londres, Mariano Egaña, quien solicito la partitura al músico catalán Ramón Carnicer Batlle, reconocido compositor quien residía en España como exiliado por ser opositor del rey Fernando VII. Esta composición, que es la que conocemos actualmente, contaba además con una introducción y un arreglo a tres voces. La partitura fue enviada desde Inglaterra y su presentación oficial fue hecha el día 23 de diciembre de 1828 interpretado por la sociedad filarmónica de Santiago con un éxito inmediato y algunos pocos detractores que aún pedían la “canción vieja”.

El Segundo texto

Año 1847, Chile ya contaba con momentos de paz, la lucha independentista había cesado y una serie de acuerdos diplomáticos con España dejaban ver tranquilas las antes turbulentas aguas de la relación con el país ibérico. Es entonces cuando la hasta entonces contemporánea letra del himno nacional es cuestionada precisamente por algunos versos de carácter injurioso y hostil hacia el país conquistador. Es en ese contexto que Manuel Bulnes (presidente de la república de Chile entre 1841y 1846), encarga al joven poeta chileno Eusebio Lillo Robles (1826-1910) un nuevo texto que modificara esas antiguas sentencias hostiles hacia el pueblo español.
Fue así como Lillo escribió 6 estrofas y coro, que fue posteriormente desechado.    
Libertad, invocando tu nombre,
la chilena y altiva nación,
jura libre vivir de tiranos
y de extraña, humillante opresión.
Finalmente esta nueva letra recibe el visto bueno y en 1847,  es entonado por primera vez tal como la conocemos en la actualidad.
Las últimas modificaciones realizadas por el mismo Lillo Robles, fueron hechas en el año 1909 en donde cambia algunas palabras de la letra original a pedido de Pedro Montt (presidente de la república de Chile entre los años 1906 y 1910):
“Invasor” por “opresor”
“De tres siglos lavamos la afrenta” por “del vasallo borramos la afrenta”
“Libre al fin” por “hoy ya libre”

Es en el año 1909, el día 12 de Agosto, donde finalmente se decreta sobre el himno nacional (no habiendo aún una edición oficial del mismo), que debía ser copiado por el conservatorio nacional de música, y otros puntos como que la letra se ajustaría a lo estrictamente escrito por Lillo Robles, y que la música oficial sería la de Ramón Carnicer.
Bajo la presidencia del Pedro Aguirre Cerda, en el año 1941 se estableces y ratifican las modificaciones realizadas por el poeta chileno en el año 1909, y treinta y nueve años más adelante en 1980,  el ministerio de educación publica la edición definitiva del entonces nombra como “Himno nacional de Chile” donde nuevamente se establecen que el texto oficial es autoría de Eusebio Lillo Robles, y la música de Ramón Carincer,  cantándose para las ceremonias oficiales el coro y la quinta estrofa del mismo.

Coro
Dulce Patria, recibe los votos
con que Chile en tus aras juró
que o la tumba serás de los libres
o el asilo contra la opresión.

I
Ha cesado la lucha sangrienta;
ya es hermano el que ayer invasor;
de tres siglos lavamos la afrenta
combatiendo en el campo de honor.
El que ayer doblegábase esclavo
hoy ya libre y triunfante se ve;
libertad es la herencia del bravo,
la Victoria se humilla a su pie.

II
Alza, Chile, sin mancha la frente;
conquistaste tu nombre en la lid;
siempre noble, constante y valiente
te encontraron los hijos del Cid.
Que tus libres tranquilos coronen
a las artes, la industria y la paz,
y de triunfos cantares entonen
que amedrenten al déspota audaz.

III
Vuestros nombres, valientes soldados,
que habéis sido de Chile el sostén,
nuestros pechos los llevan grabados;
los sabrán nuestros hijos también.
Sean ellos el grito de muerte
que lancemos marchando a lidiar,
y sonando en la boca del fuerte
hagan siempre al tirano temblar.

IV
Si pretende el cañón extranjero
nuestros pueblos, osado, invadir;
desnudemos al punto el acero
y sepamos vencer o morir.
Con su sangre el altivo araucano
nos legó, por herencia, el valor;
y no tiembla la espada en la mano
defendiendo, de Chile, el honor.

V
Puro, Chile, es tu cielo azulado,
puras brisas te cruzan también,
y tu campo de flores bordado
es la copia feliz del Edén.
Majestuosa es la blanca montaña
que te dio por baluarte el Señor,
y ese mar que tranquilo te baña
te promete futuro esplendor.

VI
Esas galas, ¡oh, Patria!, esas flores
que tapizan tu suelo feraz,
no las pisen jamás invasores;
con su sombra las cubra la paz.
Nuestros pechos serán tu baluarte,
con tu nombre sabremos vencer,
o tu noble, glorioso estandarte,
nos verá, combatiendo, caer.

Durante la dictadura

En la época del golpe de estado en Chile realizado por las fuerzas armadas el 11 de Septiembre de 1973, se toma una nueva resolución con respecto a las estrofas a ser cantadas en actos oficiales y colegios, en donde es agregada luego de la quinta estrofa, la tercera, producto tanto de acuerdo como de desacuerdo entre los que apoyaban y los detractores de la dictadura militar, hecho que fue modificado nuevamente al llegar al poder  nuevamente la democracia en manos del presidente Patricio Aylwin en el año 1990,  donde nuevamente se canta como versión oficial la quinta estrofa y el coro.


No hay comentarios:

Publicar un comentario